Tornea minuciosamente
la línea que separa
la expectación del placer
con un movimiento suave pero
firme;
contundente.
Doblega la estructura
a golpes de huella dactilar
empañándola a gemidos
levantándola a placer
sobre el bullicio ensordecedor del
mundo
que, poco a poco,
se sumerge en el vacío,
pasa a ser parte
de la nada muda
ciega
sorda;
y aún ajena
no puede evitar sentir
la imperturbable unión de los cuerpos.
1 comentario:
Me tiemblan las manos, que enorme.
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