lunes, 28 de enero de 2008

Inválidos del tiempo

Distan más de mil kilómetros
tus labios de los míos
tiritando al compás
del martilleo interno
en nuestro mecanismo
oxidado por la ausencia
del sudor compartido.

Silencio a la mañana
cada uno de mis miedos
no quiero volver a dudar
no quiero silencios por dentro
ni caricias sin tu olor
sin las yemas de tus dedos
y
si vuelvo a tropezar
que sea para aterrizar
contra el latido de tu cuerpo.

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