Distan más de mil kilómetros
tus labios de los míos
tiritando al compás
del martilleo interno
en nuestro mecanismo
oxidado por la ausencia
del sudor compartido.
Silencio a la mañana
cada uno de mis miedos
no quiero volver a dudar
no quiero silencios por dentro
ni caricias sin tu olor
sin las yemas de tus dedos
y
si vuelvo a tropezar
que sea para aterrizar
contra el latido de tu cuerpo.
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